Monday, October 30, 2023

¡Viva Cristo Rey!

 

Regnare Christum volumus

Queremos que reine Cristo, nos repetía San Josemaría. Y, claro, el Opus Dei se funda un 2 de Octubre de 1928 en una sociedad no (tan) secularizada como la nuestra, pero donde la celebración de Cristo Rey había sido recientemente instaurada por el papa Pío XI, un 11 de Diciembre de 1925 en la encíclica Quas Primas, precisamente para contrarrestar las corrientes de laicismo modernista liberalizante que ya se veía venir. 

Quas Primas es una encíclica realmente "rezable", uno puede hacer oración con gran fruto leyéndola y contemplando la suavidad de Quien gobierna sobre nosotros con Majestad y Gloria. 

La Realeza de Cristo es triple. Reina en las inteligencias de los hombres, ya que Él es la Verdad que es delicia de nuestros intelectos. Reina en las voluntades de los hombres (recordar somos Su imagen y semejanza puesto que tenemos intelecto y voluntad) porque "con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos". Y, finalmente, reina en los corazones de los hombres porque "con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús". Pero, prosigue el papa

...es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino[2]; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas. (énfasis mío)

Este último párrafo lo destaco ya que es importante resaltar que la Fiesta de Cristo Rey, celebrada ayer último domingo de Octubre de 2023 en el calendario litúrgico antiguo, que todavía se observa legítimamente en algunos rincones de la Iglesia, es sobretodo acerca del reinado social de Cristo. Es decir, Cristo es Rey presentemente de nuestras vidas, no sencilla y pasivamente de nuestros corazones enamorados de Él, sino que realmente de nuestra realidad social: de nuestro ordenamiento temporal. Regnare Cristum Volumus! Este reinado real se venía negando cada vez más desde la revolución Francesa, y de esto se lamenta amargamente el papa Pio XI:

Contra el moderno laicismo

23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.

24. Los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo, los hemos lamentado ya en nuestra encíclica Ubi arcano, y los volvemos hoy a lamentar, al ver el germen de la discordia sembrado por todas partes; encendidos entre los pueblos los odios y rivalidades que tanto retardan, todavía, el restablecimiento de la paz; las codicias desenfrenadas, que con frecuencia se esconden bajo las apariencias del bien público y del amor patrio; y, brotando de todo esto, las discordias civiles, junto con un ciego y desatado egoísmo, sólo atento a sus particulares provechos y comodidades y midiéndolo todo por ellas; destruida de raíz la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; rota la unión y la estabilidad de las familias; y, en fin, sacudida y empujada a la muerte la humana sociedad.  

(énfasis mío)

Para recordarnos que Cristo es Rey también de nuestra sociedad, el papa instituye la Fiesta de Cristo Rey, que debe celebrarse el último domingo de Octubre antes de la fiesta de Todos los Santos. Razona así el papa:

Nos pareció también el último domingo de octubre mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los santos y elegidos.

 E instruye a los Obispos

Sea, pues, vuestro deber y vuestro oficio, venerables hermanos, hacer de modo que a la celebración de esta fiesta anual preceda, en días determinados, un curso de predicación al pueblo en todas las parroquias, de manera que, instruidos cuidadosamente los fieles sobre la naturaleza, la significación e importancia de esta festividad, emprendan y ordenen un género de vida que sea verdaderamente digno de los que anhelan servir amorosa y fielmente a su Rey, Jesucristo.

La fiesta de Cristo Rey es, por tanto, recordatorio para nosotros de nuestro deber de conseguir que en  el ordenamiento social reine Cristo verdaderamente en la cumbre de todas las actividades humanas. 

Es desafortunado que, en 1970, la fiesta haya sido reubicada y renombrada por el Papa San Pablo VI. Aunque se hizo legítimamente, colocándola al final del año litúrgico se pone énfasis en el aspecto escatológico, es decir, que Cristo reinará al final de los tiempos. Sin embargo, esto puede disminuir la atención en su reinado actual, por el cual debemos esforzarnos activamente, y que fue la razón principal para establecer esta fiesta, algo que incluso más relevante hoy en día. Del mismo modo, al cambiar el nombre de 'Solemnidad de Cristo Rey' a 'Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo', se destaca su soberanía sobre toda la creación, lo cual es cierto, pero podría oscurecer la necesidad de trabajar por su reinado en la sociedad. Además, y posiblemente como resultado de estos cambios, se ha vuelto poco común escuchar hablar de nuestro Señor con esta profunda perspectiva sobre su reinado.

Nos incumbe, pues, recordar que permanece intacto el mensaje central y la importancia de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Debemos redoblar los esfuerzos para que su Presencia y enseñanzas, resguardadas desde siempre por el magisterio de la Iglesia, sean más visible y efectivamente encumbradas en la sociedad. Pero, además, hay que recordar que el Rey es Él y finalmente será un acto de su Misericordia la solución final de los problemas que nos aquejan (ver CIC #677). Con toda certeza, esta instauración final del reinado de Cristo la debemos pedir de rodillas a diario que nos la conceda en nuestros corazones primero, para poder unirnos a todos los Santos, y de ahí llegue a instaurarse en la sociedad. 

¡Viva Cristo Rey! 

    

Saturday, October 21, 2023

Oraciones anti-voluntaristas



 

El voluntarismo es una tentación constante para quien quiere vivir la vocación cristiana hasta sus últimas consecuencias. Consiste en pensar que nuestras fuerzas bastan para avanzar en la vida espiritual. Esto incluye imaginarse que el progreso en la vida espiritual es algo medible por alguien más que Dios.

Hay que desengañarse de que nuestras fuerzas valen de algo sin la asistencia Divina. Claro, es poco probable que la tentación se manifieste de esta manera: "me la puedo solo, sin Dios" como fueron tentados efectivamente Adán y Eva por el demonio. Un cristiano sincero no pensaría así. Es más una actitud de hecho que se nota en sutilezas y es alimentada por el mundo voluntarista en que vivimos donde "tu puedes hacerlo" o "cree en ti mismo" son mantras para lograr la "autorealización". 

La plegaria de la Iglesia siempre ha sido anti-voluntarista. Las oraciones de la liturgia de la Iglesia están compuestas desde la realización de que somos quasimodo geniti infantes, como niños de pecho necesitados de esa sine dolo lac que Dios dispensa sólo a través de Ella. Un niño pequeño, que es como debemos ser según nos enseña Santa Teresita de Lisieux que es Doctora de la Iglesia, es pura necesidad. Necesidad es todo lo que tiene un niño, y el niño sólo puede subsistir si recibe amor incondicional. Así nos debemos saber frente a Dios: suma y absolutamente necesitados de su Misericordia que Él nos entrega con gozo si se la pedimos como pequeños. 

La oración de la Iglesia, como digo, es anti-voluntarista por naturaleza. Tomemos algunos ejemplos de las oraciones colectaṣ—esa que uno se pierde si llega tarde a Misa— que cuando uno lo ve no se puede dejar de notar cada vez. La siguiente es una oración antiquísima que encontramos el jueves después de miércoles de ceniza en la forma ordinaria de la Misa o durante toda la segunda semana de cuaresma en la forma extraordinaria, y también es se uso ritual y devocional:

🇻🇦Actiones nostras, quæsumus, Domine, aspirando præveni et adiuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur.

🇪🇸 Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo nuestro hablar y actuar tenga en ti su inicio y su fin.

Osea, necesitamos a Dios para inspirarnos buenas acciones y también para llevarlas a término porque solos ni lo uno ni lo otro anda. ¡Que maravilla verse así de pequeño y con un Dios tan dispuesto a darnos lo que en humildad le pedimos! La foto de esta entrada al blog muestra esta oración en un procesional para monjas Dominicanas en Poissy del siglo XVI que encontré en internet (aquí). Veamos otra del tiempo ordinario (hoy):

🇻🇦Tua nos, quaésumus, Dómine, grátia semper et praevéniat et sequátur, ac bonis opéribus iúgiter praestet esse inténtos. Per Dominum.

🇪🇸 Te pedimos, Señor, que tu gracia nos preceda y acompañe, y nos sostenga continuamente en las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo. 

O esta preciosa colecta que se encuentra en una Misa votiva de la Bienaventurada Vírgen María que creo que es la que de verdad escuché en la Misa de hoy sábado:

 🇻🇦Deus, misericordiárum Pater, cuius Unigénitus cruci affíxus, beátam Maríam Vírginem, Genetrícem suam, Matrem quoque nostram constítuit, concéde, quaésumus, ut, eius cooperánte caritáte, Ecclésia tua, in dies fecúndior, prolis sanctitáte exsúltet et in grémium suum cunctas áttrahat famílias populorum. Per Dominum.

🇪🇸 Oh, Dios, Padre de misericordia, cuyo Uniénito, clavado en la cruz, proclamó a santa María Virgen, su Madre, como Madre también nuestra, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.  

En verdad no he visto una colecta, u otra oración oficial de la Iglesia, que no sea anti-voluntarista. Es como el sello de autenticidad. Otra cosa son las canciones que acompañan la liturgia que a veces se caen en este respecto y también deberían aspirar a no ser voluntaristas. Ideal que estén basadas en los salmos o las oraciones propias de la Iglesia. Camino seguro es acompañar la Santa Misa con canto gregoriano como recomienda fuertemente el Concilio Vaticano II.

En un mundo que exalta la autosuficiencia, las oraciones de la Iglesia nos recuerdan constantemente nuestra dependencia de Dios, en cuyo abandono se encuentra la clave de la vida espiritual. San Josemaría Escrivá lo tenía claro:

Surco # 44. ¡Es una locura confiar en #Dios...!, dicen. —¿Y no es más locura confiar en sí mismo, o en los demás hombres? 


Wednesday, March 8, 2023

Sobre liturgia.

Foto: Su Santidad el papa Francisco celebrando la Santa Misa ad-orientem en el altar de San Juan Pablo II. 

 

Sobre este ensayo: Este fué un ensayo que escribí para un curso de Sagrada Liturgia al que asistí el verano de 2023 en la Universidad de los Andes (Chile), que estaba disponible para profesores como parte de la formación académica permanente que promueve la universidad. Me atrevo a compartirlo porque fue bien recibido por mi profesor. Se que trato temas de cierta controversia que podría incluso escandalizar ciertas sensibilidades. Son ideas que he ido desarrollando en el tiempo y ese proceso está aún en desarrollo. Solamente he adaptado el formato para que se vea bien en un blog.


El papa Francisco en su carta apostólica Desiderio Desideravi nos quiere ayudar “a reavivar el asombro por la belleza de la verdad de la celebración cristiana”[1]. Ante el escenario litúrgico de hoy, el Santo Padre hace el diagnóstico que el hombre moderno es como analfabeto, litúrgicamente hablando, ya que no sabe leer los símbolos que están representados en las acciones litúrgicas[2]. Por esta razón, nos perdemos la oportunidad de asombrarnos más profundamente por la belleza de la liturgia. Como respuesta nos recomienda a todos los fieles, laicos y no, formarnos en materia de liturgia y a poner empeño en cuidar el arte de celebrar (ars celebrandi) los santos ritos de la Iglesia. El asombro así fomentado nos debiera ayudar a participar activamente en las celebraciones de la vida de la Iglesia de manera más consistente y permanente en el tiempo, aprovechando de mejor manera las gracias recibidas y fortaleciéndonos para dar testimonio de ellas al mundo. El papa ciertamente muestra que se sigue cumpliendo lo que señala nuestro querido Benedicto XVI, de feliz memoria, que “los sumos pontífices se han preocupado constantemente hasta nuestros días de que la Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de «alabanza y gloria de su nombre» y «para el bien de toda su Santa Iglesia».”[3]

Sospecho que el camino de cada persona para descubrir la liturgia es diferente, todos tenemos sensibilidades distintas, pero, sea cual sea este camino, si se vive con sinceridad y fidelidad, es convergente a lo que nos señala el papa Francisco. Al fin de cuentas se trata de amar al Señor que se nos entrega—especialmente en la Santa Misa—y parece evidente que en la medida que más lo amamos, sea como sea que comencemos a amarlo, pronto amaremos lo que indica su Esposa como camino a relacionarnos con Él y participar de su Misterio. 

En lo que sigue, relacionaré las ideas de esta carta apostólica, y otros documentos de la Iglesia, con mi experiencia. Luego expongo algunas conclusiones sobre lo que me parece que podemos hacer para crecer en formación litúrgica tanto en conocimiento como en participación.  

Cuando comencé a frecuentar un centro del Opus Dei, año 2003, me llamó mucho la atención la reverencia con la que se trataba al Señor en el Santísimo Sacramento. Esto se manifestaba de mil maneras: una genuflexión cada vez que se pasaba frente al sagrario (¡cada vez! aunque estaba claro que a veces era incómodo), saludar al Señor al entrar a la casa, el sagrario en el centro de la capilla, el uso de bellos y bien dispuestos ornamentos y vestimentas, canto gregoriano, el fino trato a los vasos sagrados, una liturgia claramente dirigida hacia Dios, en fin, la lista podría seguir. Encontré también costumbres que no conocía como la Bendición con el Santísimo, de antiquísima tradición católica. Quedé enganchado. Luego, como miembro supernumerario, descubrí el uso litúrgico del latín, y experimenté una forma de mostrarle mayor cariño al Señor al recibirlo de rodillas en la Santa Misa, entre otros detalles y tradiciones antiquísimas que aún se viven. Estas cosas no son “inventos del opus” sino que es el trato que se le ha dado al Señor desde siempre que se le ha querido, y que ha, de alguna manera, perdurado en algunos rincones de la Iglesia como en la prelatura. Me parece que se refiere, en parte, a esto el santo padre cuando habla del ars celebrandi que tenemos que cuidar y fomentar, aunque con algunas advertencias que vale la pena tener en cuenta. 

Como he dicho, los caminos del Señor son variados pero convergentes. A algunos nos sirve mucho el cuidado de los signos externos que, aunque muchos son contingentes, expresan ciertamente cariño al Señor y significan potentemente el misterio que se nos presenta. Vivir la liturgia de esta manera nos lleva a querer más al Señor, a tratarle más, a buscarlo y confiar en Él y su Misericordia, buscar adorarle y descansar en su Presencia. Otros pueden tener la experiencia de que el amor al Señor, descubierto por caminos diferentes, por ejemplo por la devoción a su Sagrado Corazón, la contemplación de su Divina Misericordia o la ayuda a los más necesitados lleva naturalmente a querer adorarle según los ritos establecidos por la Iglesia, con cada vez mayor fidelidad. El amor a Dios vivido con sinceridad converge en, es lo mismo que, el amor a su Iglesia. Se vislumbra esta idea en el axioma de la tradición cristiana lex orandi, lex credendi, lex vivendi: la Iglesia cree en cuanto y en cómo ora y vive en cuánto y en cómo cree. Como el mismo papa Francisco expresa, parte importante de formarse (entender lo creído) consiste en participar en la liturgia que nos educa en la Fe.  

La diversidad de los caminos lleva a pensar que es adecuado que se dé naturalmente una unidad sin uniformidad en la Iglesia. Se nota especialmente en la diversidad de ritos que existe en la Iglesia. Cada uno con su historia, su cultura y sus fieles diversos pero unidos en un mismo Cuerpo Místico que día a día en cada momento adora a Cristo en el único Santo Sacrificio del Altar.  

El año 2018 noté que en redes sociales algunos católicos, sobre todo en EE.UU., discutían sobre la “traditional latin mass”. En un principio pensé que era lo que había visto en los centros del Opus Dei: la misa dicha en latín. Con el andar del tiempo me di cuenta de que no era así. Ellos se referían a lo que el papa Benedicto XVI llamaría la forma extraordinaria[4] del rito romano, que es el modo en que se celebraba la Santa Misa antes de la reforma que ocurrió después del Concilio Vaticano II, según fue visto necesario y mandado por el mismo concilio. Tristemente hay bastante controversia hoy en la Iglesia en torno a este tema. De hecho, la misma carta del papa Francisco Desiderio Desideravi es la respuesta del Santo Padre a lo que vino a ser el desarrollo de la discusión posterior a la promulgación de su motu proprio Traditiones Custodes, donde reguló nuevamente el uso del misal preconciliar, restringiendo su disponibilidad con respecto a la previa liberalización por parte de Benedicto XVI en su motu proprio Summorum Pontificum. También se cambió la forma que se entiende el rito romano. Benedicto XVI había declarado que la forma extraordinaria (terminología introducida por el mismo pontífice) nunca había sido abrogada y que “lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial”[5]. Por otro lado, el papa Francisco declara que “Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano”[6], efectivamente abrogando la distinción entre forma ordinaria y forma extraordinaria. El papa Francisco insiste en este último punto en Desiderio Desideravi, que resulta difícil de entender del todo sin este trasfondo, aunque de igual manera se le puede aprovechar. Aparte de esto que es un poco técnico y no necesariamente una contraposición entre los papas (los papas son como nosotros y tienen su propias sensibilidades), y mil otras controversias en redes sociales, una de las cosas que se dice sobre la misa preconciliar es que es más reverente que la forma nueva del rito, que las dos son muy distintas entre sí, y que era la forma en que todos los santos que conocemos habían experimentado la Misa. Esto me llamó la atención y quise, antes de Traditiones Custodes y dado que lo último que se sabía era que Benedicto XVI quería fomentar su uso, enterarme de que se trataba.  

He tenido la oportunidad de asistir varias veces desde entonces a misas usando el misal antiguo. En Roma tuve la oportunidad asistir a misas celebradas por unos sacerdotes, en plena comunión con el papa, que celebran la forma antigua. Admito que me sentí incómodo. En primer lugar, por desorientación, no saber si arrodillarme o sentarme o pararme, persignarme, ni siquiera si responder. Tenía una vaga noción de en qué parte de la Misa estábamos, aunque fue muy claro cuando fue la consagración... de la que no oí nada. Entendí el porqué de la insistencia en tener un misal a mano. ¡Hasta las lecturas no calzaban con lo que se leía en el resto de la Iglesia ese día! En segundo lugar, porque sabía que esto era muy antiguo y resultaría muy familiar para todos los santos cuyo nombre puedo recordar. Mirando alrededor: estaba la fila de penitentes buscando confesarse durante la Misa, familias con niños chicos, alguna guagua que lloraba, los niños de entre dos y cuatro año que son revoltosos, los que le rezan a alguna imagen en un rincón encendiendo una vela (de cera), gente con misal, todos bien vestidos: una sensación de reverencia contagiosa. Uno de mis autores espirituales favoritos, Scott Hahn, asiste regularmente a misa en la forma antigua, y dice que se siente más en casa en la misa nueva, porque ahí creció, pero que conocer la forma tradicional ha sido para él una experiencia transformadora y que tiene una opción preferencial por esa forma[7]. Me siento identificado con estas ideas.  

Volviendo a mi vida habitual. Doy gracias a Dios de estar rodeado de santos y reverentes sacerdotes que celebran con toda reverencia la Misa nueva y nos predican cosas que elevan el alma en acción de gracias, nos enseñan a reconocernos pecadores pero alegres de ser redimidos, nos animan a confesarnos frecuentemente, nos dan los Sacramentos, se preocupan de nosotros espiritualmente, nos forman en la liturgia, nos mantienen fieles a la Iglesia y al papa, nos bendicen nuestros días y nuestras fiestas. En fin, pastores de esos con olor a su rebaño. Mirando alrededor, se parece mucho a lo que vi en aquella parroquia en Roma. 

También miro más lejos y veo que el panorama no es igual para todos. Veo que puede haber más personas como yo, pero que no tienen acceso al mismo ambiente, y que se beneficiarían enormemente de una mejora del ars celebrandi como prescribe el papa. Esta mejora no tiene que porqué ir en desmedro de los que esto les puede ser más indiferente.  

Leyendo Desiderio Desideravi con detención uno no puede dejar de imaginarse un padre amoroso que solo quiere el bien de sus hijos espirituales, a quienes conoce en sus aspiraciones y también en sus defectos. Creo que mucho de lo que el papa quiere lograr se puede hacer predicando e introduciendo algunas cosas de a poco.  

Vale la pena insistir mucho en predicar sobre la comunión reverente y la confesión frecuente. Más ahora que hemos pasado por un tiempo en que se ha hecho costumbre recibir al Señor en la mano[8], y el ambiente de la sociedad hace difícil vivir la Fe. Ya es revolucionario en esta sociedad ser católicos, por lo que insistir en las formas católicas de culto no puede traer ya mayor sorpresa o escándalo. Yo creo que se sorprenderían muchos sacerdotes si hicieran algo tan sencillo como ofrecer un reclinatorio opcional en la fila de la comunión, para recibir de rodillas, de lo mucho y con qué gusto los fieles harían uso de él. Normalizar el catolicismo piadoso.  

Otra idea es la de volver a usar más frecuentemente el latín. Recordar que el Concilio Vaticano II, al declarar la necesidad de reformar la liturgia, indicó:  

§ 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular. 

§ 2. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes.[9] 

Hoy vemos que el vernáculo ha desplazado completamente al latín en la gran mayoría de las misas, salvo un poco de canto gregoriano disperso por ahí. El latín se sigue usando en las Misas del papa, por lo que podemos mostrar mayor unidad con el Santo Padre sí aprendemos a ir a Misa en latín. El papa reza el Ángelus en latín. Se pueden mencionar muchos otros beneficios del uso litúrgico del latín, pero me causo una fuerte impresión oír alguna vez que el latín es uno de los tres idiomas en que se clavó la sentencia de nuestro Señor en la Cruz, y que es el idioma que hablaban sus verdugos mientras lo torturaban. Luego el latín fue conquistado y adoptado como el idioma de la Iglesia como signo del triunfo y la Gloria de Dios y de su reinado sobre el universo. Enseñar el simbolismo del uso litúrgico del latín ayuda mucho.  

Por otro lado, el Cardenal Sarah, mientras era prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (hoy dicasterio del mismo nombre), hizo un llamado para fomentar la celebración en postura coram deo, es decir de espaldas al pueblo (como en la misa tradicional). El misal romano actual de hecho asume que esta es la postura habitual, ya que indica constantemente al sacerdote cuando debe darse vuelta y dirigirse al pueblo. Esto también enfatiza el misterio de lo celebrado en el Santo Sacrificio del Altar. Nuevamente, hay que acompañar esto de explicaciones del simbolismo significado en la postura litúrgica para beneficio de los fieles.  

El papa habla mucho de la importancia del silencio en la liturgia. Al hombre de hoy le incomoda el silencio, pero es en silencio donde el mismo Señor nos dice que lo encontraremos. Dar espacios de silencio también enfatiza más momentos importantes de la Misa donde tenemos que asentir de corazón y a viva voz a los misterios.  

Por supuesto, insisto, la implementación de cualquiera de estas ideas debe hacerse con mucha tranquilidad y educando a los fieles en su sentido litúrgico y simbólico. También cuidar de no caer en la rigidez que tanto denuncia el papa Francisco. Estas ideas tienen que ayudar a los fieles, sin caer en un rigorismo vacío o un voluntarismo, buscando mayor unión con el Señor representando de mejor manera el misterio de su liturgia. En última instancia, el sacerdote es el que debe discernir que hacer en cada caso y a los fieles nos toca responder con aceptación y apoyo cualquiera sea su decisión. Es falso creer que podemos lograr algo por nuestros escasos méritos, sino que nos conviene recordar que todo nos viene de la Gracia que nos da el Señor y solo acertamos si respondemos a Él con sumisión al sacerdote que lo representa en la liturgia.  

Quiero cerrar agradeciendo la oportunidad que me ha brindado el curso de leer con detalle esta carta del Santo Padre, y darle un poco más de forma a lo que pienso en torno a la liturgia. Me he enterado de aspectos nuevos que no conocía de los simbolismos de la liturgia (sobre todo el revestimiento de los sacerdotes), oraciones y actitudes a tener en cuenta durante la celebración. Espero participar de otras instancias similares en el futuro.  

Referencias


[1] Francisco, “Carta apostólica Desiderio Desideravi sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios” 62.

[2] Ibid, 44.

[3] Benedicto XVI, “Carta apostólica en forma motu proprio Summorum Pontificum”.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Francisco “Motu Propio Traditiones Custodes sobre el uso de la liturgia romana antes de la reforma de 1970” Art 1.

[7] Scott Hahn sobre la Misa tradicional: https://www.youtube.com/watch?v=WKVMIpH77Hc (vínculo viejo: https://www.youtube.com/watch?v=GUvwllaZyIc).

[8] Comentario al pie: Me toca ayudar durante la Misa con cierta frecuencia, y no he podido dejar de notar que cuando estaba en total vigencia la norma de recibir en la mano casi no había partículas del Santísimo Sacramento en la patena para la Comunión de los fieles, mientras que en tiempos normales donde la mayoría recibe en la boca suele haber partículas. ¿Qué pasó con esas partículas que faltan?

[9] Concilio Vaticano II “Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia”

Tuesday, August 16, 2022

El bien que hagas...


 Para un católico una de las cosas más gozosas que puede escuchar es la fórmula de absolución de los pecados: "Yo te absuelvo de tus pecados en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". Esta sencilla frase es la que, cuando pronunciada por un sacerdote actuando in persona Christi, nos levanta del lodo y nos vuelve a hacer morada agradable para el Espíritu Santo o, si no se ha caido en pecado mortal, nos limpia de aquellos pecados veniales y aumenta la gracia para seguir en la lucha. A la fórmula le sigue un sentido ¡AMÉN! del penitente. 

Dependiendo donde uno se confiese, al amén final puede seguir una oración preciosa que es la que sigue:

La Pasión de nuestro Señor Jesucristo, la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de todos los Santos, el bien que hagas y el mal que puedas sufrir, te sirvan como remedio de tus pecados, aumento de gracia y premio de vida eterna. 

Vete en paz.

Como la oración original es en latin, uno puede escuchar variantes de ella. Por ejemplo, la frase "el mal que puedas sufrir", que viene del latin: "et mali sustinúeris", tambien se traduce a "tu paciencia en la adversidad". La mejor interpretación me parece que debe ser una interpolación entre ambas.  

Sea como fuere la traducción de las palabras de la oración final. ¡Que tremendo panorama que ofrecen!  y ¡Qué ánimo se puede sacar de ellas! 

Últimamente me ha venido esta oración a la cabeza en momentos en que he necesitado un poco más de fuerza para vivir una virtud. La oración invita a recordar que, si bien los pecados son absueltos, aún queda la pena temporal que requiere expiación aquí o en el Purgatorio. Y esta expiación se puede obtener precisamente haciendo el bien y soportando con paciencia las adversidades de la vida. 

Hacer el bien y soportar el mal. No nos faltan oportunidades para aplicarnos la intención de esta oración día a dia.

Dejo aquí unas fotos del rito breve de la confesión en latin y español por si a alguien le sirve. 





Friday, August 5, 2022

El Ángelus en Latin

 


Hace poco estuve en la plaza San Pedro para rezar el Angelus con el Papa Francisco. El Papa reza el Angelus en latin, lo que le permite a cualquier persona del mundo rezar con el en el idioma de la Iglesia Universal. 

Hace tiempo que yo me lo sé en latin y lo suelo rezar así cuando estoy solo y dá el mediodía. Mis hijos me pidieron hace poco que se los enseñe en latín para poder algún día rezar con el Papa... lo que me parece perfecto. 

Aquí les dejo la oración completa en latin junto con los avemarías por si no se lo saben. 


℣. Angelus Domini nuntiavit Mariæ,
℟. Et concepit de Spiritu Sancto.

Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. * Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.


℣. Ecce ancilla Domini.
℟. Fiat mihi secundum verbum tuum.

Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. * Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.

℣. Et Verbum caro factum est.
℟. Et habitavit in nobis.

Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. * Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.

℣.
Ora pro nobis, Sancta Dei Genitrix.
℟. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.


Oremus.

Gratiam tuam, quæsumus, Domine, mentibus nostris infunde; ut qui, Angelo nuntiante, Christi Filii tui incarnationem cognovimus, per passionem eius et Crucem ad resurrectionis gloriam perducamur. Per eundem Christum Dominum nostrum.

℟: Amen.

Tuesday, August 2, 2022

El Bello Canto Mozárabe (y la necesidad preservar los distintos ritos de la Iglesia)

El rito Mozarabe (también conocido como el rito hispánico) es un rito litúrgico de la Iglesia Católica que surge cuando España (Hispania) es invadida por los mahometanos (AD 711) y se restringe severamente la posibilidad de relación más directa con el resto del mundo latino por bastante tiempo. Dicho rito, que es latino como lo es el rito romano, usa el latín como idioma, pero adopta aspectos de la cultura árabe. En cierto sentido, por usar un término de moda en la discusión litúrgica actual, es una especie de inclulturación de sensibilidades árabes en la liturgia romana de la época.

Al escuchar canto mozárabe, instantáneamente nuestros instintos occidentales nos presentan imágenes que asociamos con el mundo árabe y el islam; además de los desiertos, los espejismos y los camellos. Pero, a poco andar, el oído católico habituado al canto gregoriano comienza a entender las palabras en latín que se pronuncian. Tomar por ejemplo este "Gloria in Excelsis Deo":

Comienza con vocalizaciones que podríamos acompañar perfectamente de imágenes del llamado a oración de una mezquita, pero a poco andar rompe con claridad las familiares palabras de nuestro querido "Gloria in excelsis Deo/et in terra pax homínibus...". El contraste de ambas culturas es realmente asombroso. ¡Que maravilla este canto antiquísimo!

Me enteré del rito mozárabe cuando supe que un sacerdote del colegio de mis hijos estaba pidiendo permiso a la Archidiócesis de Toledo (creo que tienen el privilegio de administrar el uso del rito mozárabe) para hacer una Misa en dicho rito en Chile.  

Sobre los ritos 

La Iglesia Católica, que es una, santa, católica y apostólica presenta una diversidad de ritos en el culto divino. La Iglesia es una dado que es el Cuerpo Místico de Cristo, en unión con su cabeza visible el papa, el dulce cristo en la tierra y símbolo de su unidad, pero esta unicidad no implica uniformidad de ritos. En wiki encontramos la siguiente definición:

Los ritos litúrgicos son esos conjuntos de palabras y ceremonias usados en la Iglesia católica que están contenidos en los libros litúrgicos de las distintas Iglesias particulares "en las cuales y desde las cuales existe la Iglesia católica una y única".

 (Este texto cita el código de derecho canónico, pero no encontré la cita exacta para ponerla). 

La riqueza de las formas rituales de la Iglesia son manifestación de la riqueza del Dios al que se le rinde culto. Considerando solo las formas, ningún rito litúrgico es perfectamente capaz de expresar el culto a un Dios inabarcable. Al mismo tiempo, son perfecto culto a Dios en tanto y en cuanto los ritos son participación del único Sacrificio de la Cruz.  

En Orientalium Ecclesiarium, documento del Concilio Vaticano II sobre las iglesias católicas orientales, la Iglesia declara el valor de preservar las "venerables tradiciones" de las Iglesias particulares. Si bien, como fue dicho anteriormente, el rito mozárabe es un rito latino, no un rito oriental; el texto conciliar contiene ideas que ayudan a comprender de mejor manera la riqueza, importancia y necesidad de preservar dicho rito. Copio los párrafos 2 y 3, que me parecen muy bellos (énfasis mío). 

2. La santa Iglesia católica, que es el Cuerpo místico de Cristo, consta de fieles que se unen orgánicamente en el Espíritu Santo por la misma fe, por los mismos sacramentos y por el mismo gobierno. Estos fieles, reuniéndose en varias agrupaciones unidas a la jerarquía, constituyen las Iglesias particulares o ritos. Entre estas Iglesias y ritos vige una admirable comunión, de tal modo que su variedad en la Iglesia no sólo no daña a su unidad, sino que más bien la explicita; es deseo de la Iglesia católica que las tradiciones de cada Iglesia particular o rito se mantengan salvas e íntegras a las diferentes necesidades de tiempo y lugar.

3. Estas Iglesias particulares, tanto de Oriente como de Occidente, aunque difieren algo entre sí por sus ritos, como suele decirse, a saber, por su liturgia, disciplina eclesiástica y patrimonio espiritual, sin embargo, están encomendadas por igual al gobierno pastoral del Romano Pontífice, que sucede por institución divina a San Pedro en el primado sobre la Iglesia universal.

Estas Iglesias particulares gozan, por tanto, de igual dignidad, de tal manera que ninguna de ellas aventaja a las demás por razón de su rito, y todas disfrutan de los mismos derechos y están sujetas a las mismas obligaciones, incluso en lo referente a la predicación del Evangelio por todo el mundo (cf. Mc 16,15), bajo la dirección del Romano Pontífice.

Y el párrafo 6 me parece también muy interesante y esperanzador. 

6. Sepan y tengan por seguro todos los orientales, que pueden y deben conservar siempre sus legítimos ritos litúrgicos y su disciplina, y que no deben introducir cambios sino por razón de su propio y orgánico progreso. 

La sucesión apostólica y la conservación de las tradiciones son lo que conecta a la Iglesia con el momento de su fundación y con su Divino Fundador. Solo manteniendo un sentido de continuidad de tradición y la sucesión apostólica (máxime con respecto a la Sede Pietrina) puede la Iglesia sostener que sigue siendo la misma, fundada por Jesucristo Nuestro Señor. En atención a este hecho es que los padres conciliares tuvieron el cuidado de redactar este párrafo incluyendo la idea de que los responsables de los ritos "no deben introducir cambios sino por razón de su propio y orgánico progreso". Orgánico en el mismo sentido en que crece un organismo: de manera continua, trazable en el tiempo, y siguiendo ciertos principios perennes e inmutables. 

¡Viva Cristo Rey!

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