Monday, September 16, 2024

Posesos por la Verdad: claves para un ecumenismo bien entendido

Quid est veritas? pregunta Poncio - Es curioso que esta es la respuesta de muchos hoy. "Mi verdad", etc. 

Los católicos no es que tengamos la verdad, es que somos poseídos por la Verdad. En el alma en gracia de un fiel católico habita y se deleita el Espíritu Santo que es Dios, y Dios es la Verdad. Literalmente, nos posee Aquél que es la Verdad. 

Por tanto, el cristiano en estado de gracia, y la Iglesia como cuerpo místico de Cristo, se caracteriza por ser incondicionalmente leal a la Verdad. Esto implica que si hay elementos de verdad en otros credos, culturas, filosofías y líneas de pensamiento teológico, que muchas veces las hay, entonces la cristiandad puede ser receptiva a esos elementos de verdad e incluso promoverlos, pues es leal a la verdad que lo posee. Por lo tanto, la cristiandad no puede ver otros credos (pensamientos, etc.) como enemigos, porque comparten algo elemental. Esto no es cierto de los otros credos, que no sostienen toda la verdad sino que sólo una fracción o parte de ella. Se entiende, entonces, que dichos credos miren a otros credos como rivales ya que, al no ser partes de la Verdad, que los ancla, les faltará esa altura, ese "big picture", y veran lo incompatible como insuperable. 

Una analogía buena es la competencia por recursos entre facultades dentro de una universidad. Facultades individuales pueden verse entre sí como rivales al competir por asignaciones de recursos para avanzar sus proyectos educativos que solo colaboran con una fracción del proyecto de la institución. Desde ese punto de vista, el avance del proyecto de una facultad puede ser visto como un retroceso para otra. Sin embargo, quien entrega los recursos, rectoría, se preocupa del proyecto educativo completo y de ese modo es capaz de ver el bien de cada proyecto educativo de sus facultades y como este contribuye al bien global. Hay que tener una visión completa para poder entender y pesar las necesidades relativas de cada miembro. 

Es por esto que la Iglesia puede ver otros credos y afirmar y promover los elementos de verdad en ello, mientras que rechaza aquello que es falso en lo que profesan. Por eso se les llama herejias a las enseñanzas erróneas, y no se dice que son "simplemente" falsas. Una herejía no es necesariamente completamente falsa, sino que es una distorsión de la verdad: son sistemas de pensamiento que contienen elementos de verdad mezclado con falsedades. Al hablar de herejías, la Iglesia Católica no quiere decir que otros credos sean rivales sino que hay elementos de verdad y también falsedades que deben ser corregidas. Es notable que otros credos parecen no usar el lenguaje de las herejías porque poseen entre sí fragmentos de la verdad, haciéndolos rivales. Pero la cristiandad, que posee las partes de verdad de cada uno de los credos, y más, puede mirar ambos credos con compasión y comprensión. 

Esta, me parece, es la clave de un ecumenismo bien entendido. Entender que se puede promover la verdad de otros credos, por lealtad a la verdad, si se rechazan las falsedades de ellos, por la misma lealtad. Este último punto es importante, porque nos quedamos fatalmente cortos si solo viéramos lo verdadero y no buscásemos corregir lo falso. Porque no entregar la verdad completa es faltar a la verdad, y esto constituye una falta de caridad puesto que Dios es Verdad, el amor a Dios es la caridad, y decir menos que la verdad completa es faltar a esa caridad. 

Al final del día, extra Ecclesia nulla salus, y si no buscamos convertir los corazones y que amen al Corazón Sagrado de Jesucristo, subiéndose a la barca de la Iglesia timoneada por Pedro, estamos realmente faltando a la caridad. 

"Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz" (Juan 18:37)


Monday, September 2, 2024

Redescubriendo las Antiguas Costumbres Católicas: Un Acto de Libertad y Amor



Descubrí hace poco el Catecismo Mayor de San Pío X. Cuando digo "descubrí" la verdad es que sabía de su existencia hace tiempo, pero no había tenido interés en leerlo. Pueden encontrarlo en el sitio web del dicasterio para el clero (aquí) o en la app "iPietá" que es donde suelo leerlo. 

Este catecismo está escrito como una serie de preguntas y respuestas, y resulta muy interesante de leer por su claridad, uso de lenguaje sencillo y por lo conciso que es. Por ejemplo, respecto de cómo recibir la Sagrada Comunión, el catecismo de San Pío X dice así:

643.- ¿Cómo hemos de estar en el acto de recibir la Sagrada Comunión? - En el acto de recibir la Sagrada Comunión hemos de estar arrodillados, tener la cabeza medianamente levantada, los ojos modestos y vueltos a la Sagrada Hostia, la boca suficientemente abierta y la lengua un poco fuera sobre el labio.

Llama la atención que en un catecismo relativamente breve, se tome el tiempo el santo padre de incluir puntos como este. Hay varios más. A San Pío X le debemos que los niños reciban su primera Comunión cuando más pequeños, y la práctica tan extendida de la Misa Diaria. Le llaman el "papa de la Eucaristía" y "patrón de los catequistas". Algo sabía el santo padre sobre la importancia de la forma como reflejo, y condicionante, del fondo; y de la importancia de los signos exteriores para la catequesis. "Somos almas encarnadas" diría un buen amigo. 

Este aspecto de la vida sacramental del católico, junto con muchos otros, se desreguló después del Concilio Vaticano II. Es decir, la Iglesia dejó de exigir al respecto. El resultado, a la vista de todo el que quiera echar una mirada, es que algunas expresiones de piedad se han reducido a su mínima expresión. Si preguntas por ahí te dirán "eso ya no se hace". Alguien que piense parecido a mi se lamentaría y vería la necesidad de re-imponer estas costumbres desde arriba... a lo que digo: quizás. Pero...

Me gusta ver el tema desde otro punto de vista: desde la libertad y el amor. Efectivamente el que no sea necesario recibir la comunión de rodillas no tiene nada que ver con el que la Iglesia lo recomiende y lo deje a nuestra libertad. No tiene nada que ver con el hecho de que sea algo bueno (è cosa buona e giusta, es la respuesta al misterio de la fe en italiano). Me parece que es muy bueno recibir a nuestro Dios, cuando se nos da en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de rodillas... con el cuerpo rezando. No sé si estarás de acuerdo: si ante el Nombre de Jesús "toda rodilla se doblará" ¿qué sucederá ante su Presencia Real? Deberíamos estar por los suelos, en parálisis y asombro. Y... ¿Si entrase en nosotros?

Yo la costumbre la tomé durante la pandemia. Al vernos enfrentados a la obligación de recibir en la mano, fuimos muchos los que con naturalidad compensamos esta reducción en reverencia arrodillandonos para recibir. Muchas veces tocaba comulgar en la calle, fuera de la Misa, con el Santísimo ahí... a la vista, en un rito sencillo pero que llamaba a responder con adoración a Cristo que salía por nosotros muchas veces por entre las rejas. Levantadas las restricciones nos quedó, al menos a mi familia y a mi, la necesidad de estar de rodillas en ese momento.

Conozco al menos dos lugares en Santiago de Chile (bueno, tres pero a ese otro no he ido) donde hay reclinatorios para recibir al Señor de rodillas. Fue maravilloso ver que para la Adoración Nacional a Cristo Rey también se incentivó esta práctica de piedad de tan profundo significado y arraigo histórico. 

En estos tiempos de menor regulación de la vida de piedad, tenemos la gran bendición de poder mirar estas antiguas costumbres y retomarlas en un acto positivo de amor. Por que "me da la gana", que, haciendo eco de un santo por ahí, al final es una razón muy sobrenatural. 

¡Que maravilla poder adorar a Dios, como la Iglesia siempre lo ha hecho, pero con el corazón libre, desatado, sin más razón que querer demostrarle amor a Aquel que no es amado!

Saturday, April 27, 2024

La conveniencia de rezar en latin

 


Dios nos escucha sea como sea que le invoquemos. Conoce las aspiraciones más profundas de nuestro corazón mejor que nosotros y puede darnos lo que necesitamos antes que se lo pidamos, incluso sin que se lo pidamos, o mediante la intercesión de otros miembros de la Iglesia (militante, purgante y gloriosa) por la Comunión de los Santos. 

Hay buenas razones que hacen conveniente e inclusome atrevo a decirmejor si rezamos en latín.

La principal es esta: conviene que nuestra forma de rezar refleje de la manera más completa el misterio de las realidades sobre las que se ora. Conviene ¿a quien? ¡A nosotros por supuesto! Dios no necesita de nuestros rezos, sino que estos son necesarios para nosotros alcanzar nuestro fin. 

Nosotros somos almas encarnadas, somos cuerpo y espíritu. Podemos orar mentalmente, espiritualmente, y también podemos (nos conviene) hacer que nuestro cuerpo ore: rezando arrodillados, cantando, ayunando o haciendo mortificación o penitencia. 

No es difícil notar que en este tiempo hay una vuelta a una especie de espiritualismo que explícita o implícitamente quiere separar cuerpo y alma. "Mi cuerpo es un accesorio que puedo modificar, lo que realmente soy es mi alma". "Lo importante es la disposición interior, no lo material". "Ying-yanismo". Este separar cuerpo y alma se denomina dualismo, y es un error contenido en varias herejías. Mirar, por ejemplo, el gnosticismo que sostenía como una de sus doctrinas el identificar la material con el mal y el bien con el espíritu. Un repaso de las herejías puede servir para ver como estas caen rápidamente en dualismos.  Al contrario, la Iglesia sostiene que nuestros cuerpos son buenos y la materia, por extensión lo también. 

Debemos, por tanto, rezar con el cuerpo y el alma. Más adelante quiero escribir un poco sobre una forma específica de orar con el cuerpo que es el ayuno. Por ahora, quiero escribir sobre porque pienso que conviene tanto que usemos el latín para rezar las oraciones vocales, cantar, y en especial durante la Santa Misa.

Algunas ideas que he encontrado en distintas fuentes, sin orden particular y sin pretender agotar el tema:

El latín es una lengua muerta, y esto representa la eternidad de Dios. El latín dejó de tener cambios, por no ser de uso común. Refleja, así, la inmutabilidad de Dios y tenemos la certeza de que las oraciones (sus palabras, su sentido) son y serán las mismas usadas por todos los cristianos desde hace mucho tiempo. Además, es una lengua muy precisa usada por mucho tiempo en filosofía y ciencia. Notablemente en el derecho aún se explican conceptos en latín: sui iuris, etc.  

Lengua sagrada. Algo sagrado es algo cuyo uso es apartado para uso exclusivo de culto a Dios. Por ejemplo, pensar en el cáliz usado para consagrar el vino en la Santísima Sangre de Cristo, que no recibe otro uso. Es especialmente significativo pensar en usar una lengua de manera especial para expresarle a Dios los deseos del alma, significando también el hecho de que no comprendemos del todo estos deseos. 

Lengua clavada en la Cruz. Esta me gusta bastante. La sentencia de nuestro Señor fue clavada en la Cruz en tres lenguas: latín, arameo y griego. Al hacer esto, Poncio Pilato fue el primero en proclamar públicamente la realeza de Cristo. 

Lengua de los que ejecutaron la condena de Cristo. Cristo escuchó el latín desde la Cruz en la boca de quienes ejecutaron su sentencia. Usarlo nos pone al pie de la Cruz como un legionario más, y nos recuerda que fueron nuestros pecados los que clavaron a Jesús. Siendo la Santa Misa la representación incruenta del Sacrificio de la Cruz, que nos transporta al calvario cada vez que asistimos, este hecho se significa de manera más potente si se reza en latín. 

Lengua conquistada por Cristo. San Pedro se fue a Roma, donde sufrió el martirio. Los primeros cristianos fueron perseguidos cruelmente ahí y en todo el imperio Romano. Sin embargo, el cristianismo, Cristo, conquistó Roma y su lengua y se extendió por todo el mundo. El latín como lengua de la Iglesia proclama a Cristo vencedor sobre Roma, su persecutor, y más generalmente sobre el mundo. 

Vela nuestro entendimiento. Los velos representan el misterio que no podemos ver ni comprender lo sagrado. Por eso se vela el copón donde se reserva el Santísimo, se vela el Sagrario, el Cáliz, y se recubre el sacerdote. Visiblemente nos recuerda que no entendemos del todo los misterios que contemplamos. Nos pone en nuestro lugar. Asimismo, el hecho de que el latín sea relativamente incomprensible para el cristiano de pié nos ayuda por un lado a simbolizar el misterio de Dios en el culto, velando nuestro entendimiento. 

Nos fuerza a poner mejor atención al rezar si queremos entender. Si es que queremos comprender hay que hacer un esfuerzo de prestar atención y usar algún medio para entender (traducciones, apps, ¡hay tantos!), de la misma manera que si quieres mirar los intrincados detalles de un bello Sagrario velado hay que esforzar la vista. Poner atención a las cosas de Dios por amor a él bien vale la pena. 

Es una lengua universal. No separa cristianos por su lengua, raza o condición. Si rezamos en latín, rezamos juntos. El latín le pertenece a todos (a la Iglesia) y a nadie en particular por otra herencia que la de ser cristianos. 

Lengua de la Iglesia. Consecuencia de lo anterior, es una lengua que representa la unidad de la Iglesia de manera muy potente. En particular, unidad con el papa que en muchos actos públicos reza en latín. ¡que lindo poder decir las palabras de la oración en unidad con el Vicario de Cristo! 

Identidad católica. Hay algo distintivamente católico de rezar en latín, es parte de nuestra cultura y herencia. Usarlo nos sumerge en esta cultura.





Monday, October 30, 2023

¡Viva Cristo Rey!

 

Regnare Christum volumus

Queremos que reine Cristo, nos repetía San Josemaría. Y, claro, el Opus Dei se funda un 2 de Octubre de 1928 en una sociedad no (tan) secularizada como la nuestra, pero donde la celebración de Cristo Rey había sido recientemente instaurada por el papa Pío XI, un 11 de Diciembre de 1925 en la encíclica Quas Primas, precisamente para contrarrestar las corrientes de laicismo modernista liberalizante que ya se veía venir. 

Quas Primas es una encíclica realmente "rezable", uno puede hacer oración con gran fruto leyéndola y contemplando la suavidad de Quien gobierna sobre nosotros con Majestad y Gloria. 

La Realeza de Cristo es triple. Reina en las inteligencias de los hombres, ya que Él es la Verdad que es delicia de nuestros intelectos. Reina en las voluntades de los hombres (recordar somos Su imagen y semejanza puesto que tenemos intelecto y voluntad) porque "con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos". Y, finalmente, reina en los corazones de los hombres porque "con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús". Pero, prosigue el papa

...es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino[2]; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas. (énfasis mío)

Este último párrafo lo destaco ya que es importante resaltar que la Fiesta de Cristo Rey, celebrada ayer último domingo de Octubre de 2023 en el calendario litúrgico antiguo, que todavía se observa legítimamente en algunos rincones de la Iglesia, es sobretodo acerca del reinado social de Cristo. Es decir, Cristo es Rey presentemente de nuestras vidas, no sencilla y pasivamente de nuestros corazones enamorados de Él, sino que realmente de nuestra realidad social: de nuestro ordenamiento temporal. Regnare Cristum Volumus! Este reinado real se venía negando cada vez más desde la revolución Francesa, y de esto se lamenta amargamente el papa Pio XI:

Contra el moderno laicismo

23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.

24. Los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo, los hemos lamentado ya en nuestra encíclica Ubi arcano, y los volvemos hoy a lamentar, al ver el germen de la discordia sembrado por todas partes; encendidos entre los pueblos los odios y rivalidades que tanto retardan, todavía, el restablecimiento de la paz; las codicias desenfrenadas, que con frecuencia se esconden bajo las apariencias del bien público y del amor patrio; y, brotando de todo esto, las discordias civiles, junto con un ciego y desatado egoísmo, sólo atento a sus particulares provechos y comodidades y midiéndolo todo por ellas; destruida de raíz la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; rota la unión y la estabilidad de las familias; y, en fin, sacudida y empujada a la muerte la humana sociedad.  

(énfasis mío)

Para recordarnos que Cristo es Rey también de nuestra sociedad, el papa instituye la Fiesta de Cristo Rey, que debe celebrarse el último domingo de Octubre antes de la fiesta de Todos los Santos. Razona así el papa:

Nos pareció también el último domingo de octubre mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los santos y elegidos.

 E instruye a los Obispos

Sea, pues, vuestro deber y vuestro oficio, venerables hermanos, hacer de modo que a la celebración de esta fiesta anual preceda, en días determinados, un curso de predicación al pueblo en todas las parroquias, de manera que, instruidos cuidadosamente los fieles sobre la naturaleza, la significación e importancia de esta festividad, emprendan y ordenen un género de vida que sea verdaderamente digno de los que anhelan servir amorosa y fielmente a su Rey, Jesucristo.

La fiesta de Cristo Rey es, por tanto, recordatorio para nosotros de nuestro deber de conseguir que en  el ordenamiento social reine Cristo verdaderamente en la cumbre de todas las actividades humanas. 

Es desafortunado que, en 1970, la fiesta haya sido reubicada y renombrada por el Papa San Pablo VI. Aunque se hizo legítimamente, colocándola al final del año litúrgico se pone énfasis en el aspecto escatológico, es decir, que Cristo reinará al final de los tiempos. Sin embargo, esto puede disminuir la atención en su reinado actual, por el cual debemos esforzarnos activamente, y que fue la razón principal para establecer esta fiesta, algo que incluso más relevante hoy en día. Del mismo modo, al cambiar el nombre de 'Solemnidad de Cristo Rey' a 'Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo', se destaca su soberanía sobre toda la creación, lo cual es cierto, pero podría oscurecer la necesidad de trabajar por su reinado en la sociedad. Además, y posiblemente como resultado de estos cambios, se ha vuelto poco común escuchar hablar de nuestro Señor con esta profunda perspectiva sobre su reinado.

Nos incumbe, pues, recordar que permanece intacto el mensaje central y la importancia de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Debemos redoblar los esfuerzos para que su Presencia y enseñanzas, resguardadas desde siempre por el magisterio de la Iglesia, sean más visible y efectivamente encumbradas en la sociedad. Pero, además, hay que recordar que el Rey es Él y finalmente será un acto de su Misericordia la solución final de los problemas que nos aquejan (ver CIC #677). Con toda certeza, esta instauración final del reinado de Cristo la debemos pedir de rodillas a diario que nos la conceda en nuestros corazones primero, para poder unirnos a todos los Santos, y de ahí llegue a instaurarse en la sociedad. 

¡Viva Cristo Rey! 

    

Saturday, October 21, 2023

Oraciones anti-voluntaristas



 

El voluntarismo es una tentación constante para quien quiere vivir la vocación cristiana hasta sus últimas consecuencias. Consiste en pensar que nuestras fuerzas bastan para avanzar en la vida espiritual. Esto incluye imaginarse que el progreso en la vida espiritual es algo medible por alguien más que Dios.

Hay que desengañarse de que nuestras fuerzas valen de algo sin la asistencia Divina. Claro, es poco probable que la tentación se manifieste de esta manera: "me la puedo solo, sin Dios" como fueron tentados efectivamente Adán y Eva por el demonio. Un cristiano sincero no pensaría así. Es más una actitud de hecho que se nota en sutilezas y es alimentada por el mundo voluntarista en que vivimos donde "tu puedes hacerlo" o "cree en ti mismo" son mantras para lograr la "autorealización". 

La plegaria de la Iglesia siempre ha sido anti-voluntarista. Las oraciones de la liturgia de la Iglesia están compuestas desde la realización de que somos quasimodo geniti infantes, como niños de pecho necesitados de esa sine dolo lac que Dios dispensa sólo a través de Ella. Un niño pequeño, que es como debemos ser según nos enseña Santa Teresita de Lisieux que es Doctora de la Iglesia, es pura necesidad. Necesidad es todo lo que tiene un niño, y el niño sólo puede subsistir si recibe amor incondicional. Así nos debemos saber frente a Dios: suma y absolutamente necesitados de su Misericordia que Él nos entrega con gozo si se la pedimos como pequeños. 

La oración de la Iglesia, como digo, es anti-voluntarista por naturaleza. Tomemos algunos ejemplos de las oraciones colectaṣ—esa que uno se pierde si llega tarde a Misa— que cuando uno lo ve no se puede dejar de notar cada vez. La siguiente es una oración antiquísima que encontramos el jueves después de miércoles de ceniza en la forma ordinaria de la Misa o durante toda la segunda semana de cuaresma en la forma extraordinaria, y también es se uso ritual y devocional:

🇻🇦Actiones nostras, quæsumus, Domine, aspirando præveni et adiuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur.

🇪🇸 Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo nuestro hablar y actuar tenga en ti su inicio y su fin.

Osea, necesitamos a Dios para inspirarnos buenas acciones y también para llevarlas a término porque solos ni lo uno ni lo otro anda. ¡Que maravilla verse así de pequeño y con un Dios tan dispuesto a darnos lo que en humildad le pedimos! La foto de esta entrada al blog muestra esta oración en un procesional para monjas Dominicanas en Poissy del siglo XVI que encontré en internet (aquí). Veamos otra del tiempo ordinario (hoy):

🇻🇦Tua nos, quaésumus, Dómine, grátia semper et praevéniat et sequátur, ac bonis opéribus iúgiter praestet esse inténtos. Per Dominum.

🇪🇸 Te pedimos, Señor, que tu gracia nos preceda y acompañe, y nos sostenga continuamente en las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo. 

O esta preciosa colecta que se encuentra en una Misa votiva de la Bienaventurada Vírgen María que creo que es la que de verdad escuché en la Misa de hoy sábado:

 🇻🇦Deus, misericordiárum Pater, cuius Unigénitus cruci affíxus, beátam Maríam Vírginem, Genetrícem suam, Matrem quoque nostram constítuit, concéde, quaésumus, ut, eius cooperánte caritáte, Ecclésia tua, in dies fecúndior, prolis sanctitáte exsúltet et in grémium suum cunctas áttrahat famílias populorum. Per Dominum.

🇪🇸 Oh, Dios, Padre de misericordia, cuyo Uniénito, clavado en la cruz, proclamó a santa María Virgen, su Madre, como Madre también nuestra, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.  

En verdad no he visto una colecta, u otra oración oficial de la Iglesia, que no sea anti-voluntarista. Es como el sello de autenticidad. Otra cosa son las canciones que acompañan la liturgia que a veces se caen en este respecto y también deberían aspirar a no ser voluntaristas. Ideal que estén basadas en los salmos o las oraciones propias de la Iglesia. Camino seguro es acompañar la Santa Misa con canto gregoriano como recomienda fuertemente el Concilio Vaticano II.

En un mundo que exalta la autosuficiencia, las oraciones de la Iglesia nos recuerdan constantemente nuestra dependencia de Dios, en cuyo abandono se encuentra la clave de la vida espiritual. San Josemaría Escrivá lo tenía claro:

Surco # 44. ¡Es una locura confiar en #Dios...!, dicen. —¿Y no es más locura confiar en sí mismo, o en los demás hombres? 


Wednesday, March 8, 2023

Sobre liturgia.

Foto: Su Santidad el papa Francisco celebrando la Santa Misa ad-orientem en el altar de San Juan Pablo II. 

 

Sobre este ensayo: Este fué un ensayo que escribí para un curso de Sagrada Liturgia al que asistí el verano de 2023 en la Universidad de los Andes (Chile), que estaba disponible para profesores como parte de la formación académica permanente que promueve la universidad. Me atrevo a compartirlo porque fue bien recibido por mi profesor. Se que trato temas de cierta controversia que podría incluso escandalizar ciertas sensibilidades. Son ideas que he ido desarrollando en el tiempo y ese proceso está aún en desarrollo. Solamente he adaptado el formato para que se vea bien en un blog.


El papa Francisco en su carta apostólica Desiderio Desideravi nos quiere ayudar “a reavivar el asombro por la belleza de la verdad de la celebración cristiana”[1]. Ante el escenario litúrgico de hoy, el Santo Padre hace el diagnóstico que el hombre moderno es como analfabeto, litúrgicamente hablando, ya que no sabe leer los símbolos que están representados en las acciones litúrgicas[2]. Por esta razón, nos perdemos la oportunidad de asombrarnos más profundamente por la belleza de la liturgia. Como respuesta nos recomienda a todos los fieles, laicos y no, formarnos en materia de liturgia y a poner empeño en cuidar el arte de celebrar (ars celebrandi) los santos ritos de la Iglesia. El asombro así fomentado nos debiera ayudar a participar activamente en las celebraciones de la vida de la Iglesia de manera más consistente y permanente en el tiempo, aprovechando de mejor manera las gracias recibidas y fortaleciéndonos para dar testimonio de ellas al mundo. El papa ciertamente muestra que se sigue cumpliendo lo que señala nuestro querido Benedicto XVI, de feliz memoria, que “los sumos pontífices se han preocupado constantemente hasta nuestros días de que la Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de «alabanza y gloria de su nombre» y «para el bien de toda su Santa Iglesia».”[3]

Sospecho que el camino de cada persona para descubrir la liturgia es diferente, todos tenemos sensibilidades distintas, pero, sea cual sea este camino, si se vive con sinceridad y fidelidad, es convergente a lo que nos señala el papa Francisco. Al fin de cuentas se trata de amar al Señor que se nos entrega—especialmente en la Santa Misa—y parece evidente que en la medida que más lo amamos, sea como sea que comencemos a amarlo, pronto amaremos lo que indica su Esposa como camino a relacionarnos con Él y participar de su Misterio. 

En lo que sigue, relacionaré las ideas de esta carta apostólica, y otros documentos de la Iglesia, con mi experiencia. Luego expongo algunas conclusiones sobre lo que me parece que podemos hacer para crecer en formación litúrgica tanto en conocimiento como en participación.  

Cuando comencé a frecuentar un centro del Opus Dei, año 2003, me llamó mucho la atención la reverencia con la que se trataba al Señor en el Santísimo Sacramento. Esto se manifestaba de mil maneras: una genuflexión cada vez que se pasaba frente al sagrario (¡cada vez! aunque estaba claro que a veces era incómodo), saludar al Señor al entrar a la casa, el sagrario en el centro de la capilla, el uso de bellos y bien dispuestos ornamentos y vestimentas, canto gregoriano, el fino trato a los vasos sagrados, una liturgia claramente dirigida hacia Dios, en fin, la lista podría seguir. Encontré también costumbres que no conocía como la Bendición con el Santísimo, de antiquísima tradición católica. Quedé enganchado. Luego, como miembro supernumerario, descubrí el uso litúrgico del latín, y experimenté una forma de mostrarle mayor cariño al Señor al recibirlo de rodillas en la Santa Misa, entre otros detalles y tradiciones antiquísimas que aún se viven. Estas cosas no son “inventos del opus” sino que es el trato que se le ha dado al Señor desde siempre que se le ha querido, y que ha, de alguna manera, perdurado en algunos rincones de la Iglesia como en la prelatura. Me parece que se refiere, en parte, a esto el santo padre cuando habla del ars celebrandi que tenemos que cuidar y fomentar, aunque con algunas advertencias que vale la pena tener en cuenta. 

Como he dicho, los caminos del Señor son variados pero convergentes. A algunos nos sirve mucho el cuidado de los signos externos que, aunque muchos son contingentes, expresan ciertamente cariño al Señor y significan potentemente el misterio que se nos presenta. Vivir la liturgia de esta manera nos lleva a querer más al Señor, a tratarle más, a buscarlo y confiar en Él y su Misericordia, buscar adorarle y descansar en su Presencia. Otros pueden tener la experiencia de que el amor al Señor, descubierto por caminos diferentes, por ejemplo por la devoción a su Sagrado Corazón, la contemplación de su Divina Misericordia o la ayuda a los más necesitados lleva naturalmente a querer adorarle según los ritos establecidos por la Iglesia, con cada vez mayor fidelidad. El amor a Dios vivido con sinceridad converge en, es lo mismo que, el amor a su Iglesia. Se vislumbra esta idea en el axioma de la tradición cristiana lex orandi, lex credendi, lex vivendi: la Iglesia cree en cuanto y en cómo ora y vive en cuánto y en cómo cree. Como el mismo papa Francisco expresa, parte importante de formarse (entender lo creído) consiste en participar en la liturgia que nos educa en la Fe.  

La diversidad de los caminos lleva a pensar que es adecuado que se dé naturalmente una unidad sin uniformidad en la Iglesia. Se nota especialmente en la diversidad de ritos que existe en la Iglesia. Cada uno con su historia, su cultura y sus fieles diversos pero unidos en un mismo Cuerpo Místico que día a día en cada momento adora a Cristo en el único Santo Sacrificio del Altar.  

El año 2018 noté que en redes sociales algunos católicos, sobre todo en EE.UU., discutían sobre la “traditional latin mass”. En un principio pensé que era lo que había visto en los centros del Opus Dei: la misa dicha en latín. Con el andar del tiempo me di cuenta de que no era así. Ellos se referían a lo que el papa Benedicto XVI llamaría la forma extraordinaria[4] del rito romano, que es el modo en que se celebraba la Santa Misa antes de la reforma que ocurrió después del Concilio Vaticano II, según fue visto necesario y mandado por el mismo concilio. Tristemente hay bastante controversia hoy en la Iglesia en torno a este tema. De hecho, la misma carta del papa Francisco Desiderio Desideravi es la respuesta del Santo Padre a lo que vino a ser el desarrollo de la discusión posterior a la promulgación de su motu proprio Traditiones Custodes, donde reguló nuevamente el uso del misal preconciliar, restringiendo su disponibilidad con respecto a la previa liberalización por parte de Benedicto XVI en su motu proprio Summorum Pontificum. También se cambió la forma que se entiende el rito romano. Benedicto XVI había declarado que la forma extraordinaria (terminología introducida por el mismo pontífice) nunca había sido abrogada y que “lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial”[5]. Por otro lado, el papa Francisco declara que “Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano”[6], efectivamente abrogando la distinción entre forma ordinaria y forma extraordinaria. El papa Francisco insiste en este último punto en Desiderio Desideravi, que resulta difícil de entender del todo sin este trasfondo, aunque de igual manera se le puede aprovechar. Aparte de esto que es un poco técnico y no necesariamente una contraposición entre los papas (los papas son como nosotros y tienen su propias sensibilidades), y mil otras controversias en redes sociales, una de las cosas que se dice sobre la misa preconciliar es que es más reverente que la forma nueva del rito, que las dos son muy distintas entre sí, y que era la forma en que todos los santos que conocemos habían experimentado la Misa. Esto me llamó la atención y quise, antes de Traditiones Custodes y dado que lo último que se sabía era que Benedicto XVI quería fomentar su uso, enterarme de que se trataba.  

He tenido la oportunidad de asistir varias veces desde entonces a misas usando el misal antiguo. En Roma tuve la oportunidad asistir a misas celebradas por unos sacerdotes, en plena comunión con el papa, que celebran la forma antigua. Admito que me sentí incómodo. En primer lugar, por desorientación, no saber si arrodillarme o sentarme o pararme, persignarme, ni siquiera si responder. Tenía una vaga noción de en qué parte de la Misa estábamos, aunque fue muy claro cuando fue la consagración... de la que no oí nada. Entendí el porqué de la insistencia en tener un misal a mano. ¡Hasta las lecturas no calzaban con lo que se leía en el resto de la Iglesia ese día! En segundo lugar, porque sabía que esto era muy antiguo y resultaría muy familiar para todos los santos cuyo nombre puedo recordar. Mirando alrededor: estaba la fila de penitentes buscando confesarse durante la Misa, familias con niños chicos, alguna guagua que lloraba, los niños de entre dos y cuatro año que son revoltosos, los que le rezan a alguna imagen en un rincón encendiendo una vela (de cera), gente con misal, todos bien vestidos: una sensación de reverencia contagiosa. Uno de mis autores espirituales favoritos, Scott Hahn, asiste regularmente a misa en la forma antigua, y dice que se siente más en casa en la misa nueva, porque ahí creció, pero que conocer la forma tradicional ha sido para él una experiencia transformadora y que tiene una opción preferencial por esa forma[7]. Me siento identificado con estas ideas.  

Volviendo a mi vida habitual. Doy gracias a Dios de estar rodeado de santos y reverentes sacerdotes que celebran con toda reverencia la Misa nueva y nos predican cosas que elevan el alma en acción de gracias, nos enseñan a reconocernos pecadores pero alegres de ser redimidos, nos animan a confesarnos frecuentemente, nos dan los Sacramentos, se preocupan de nosotros espiritualmente, nos forman en la liturgia, nos mantienen fieles a la Iglesia y al papa, nos bendicen nuestros días y nuestras fiestas. En fin, pastores de esos con olor a su rebaño. Mirando alrededor, se parece mucho a lo que vi en aquella parroquia en Roma. 

También miro más lejos y veo que el panorama no es igual para todos. Veo que puede haber más personas como yo, pero que no tienen acceso al mismo ambiente, y que se beneficiarían enormemente de una mejora del ars celebrandi como prescribe el papa. Esta mejora no tiene que porqué ir en desmedro de los que esto les puede ser más indiferente.  

Leyendo Desiderio Desideravi con detención uno no puede dejar de imaginarse un padre amoroso que solo quiere el bien de sus hijos espirituales, a quienes conoce en sus aspiraciones y también en sus defectos. Creo que mucho de lo que el papa quiere lograr se puede hacer predicando e introduciendo algunas cosas de a poco.  

Vale la pena insistir mucho en predicar sobre la comunión reverente y la confesión frecuente. Más ahora que hemos pasado por un tiempo en que se ha hecho costumbre recibir al Señor en la mano[8], y el ambiente de la sociedad hace difícil vivir la Fe. Ya es revolucionario en esta sociedad ser católicos, por lo que insistir en las formas católicas de culto no puede traer ya mayor sorpresa o escándalo. Yo creo que se sorprenderían muchos sacerdotes si hicieran algo tan sencillo como ofrecer un reclinatorio opcional en la fila de la comunión, para recibir de rodillas, de lo mucho y con qué gusto los fieles harían uso de él. Normalizar el catolicismo piadoso.  

Otra idea es la de volver a usar más frecuentemente el latín. Recordar que el Concilio Vaticano II, al declarar la necesidad de reformar la liturgia, indicó:  

§ 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular. 

§ 2. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes.[9] 

Hoy vemos que el vernáculo ha desplazado completamente al latín en la gran mayoría de las misas, salvo un poco de canto gregoriano disperso por ahí. El latín se sigue usando en las Misas del papa, por lo que podemos mostrar mayor unidad con el Santo Padre sí aprendemos a ir a Misa en latín. El papa reza el Ángelus en latín. Se pueden mencionar muchos otros beneficios del uso litúrgico del latín, pero me causo una fuerte impresión oír alguna vez que el latín es uno de los tres idiomas en que se clavó la sentencia de nuestro Señor en la Cruz, y que es el idioma que hablaban sus verdugos mientras lo torturaban. Luego el latín fue conquistado y adoptado como el idioma de la Iglesia como signo del triunfo y la Gloria de Dios y de su reinado sobre el universo. Enseñar el simbolismo del uso litúrgico del latín ayuda mucho.  

Por otro lado, el Cardenal Sarah, mientras era prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (hoy dicasterio del mismo nombre), hizo un llamado para fomentar la celebración en postura coram deo, es decir de espaldas al pueblo (como en la misa tradicional). El misal romano actual de hecho asume que esta es la postura habitual, ya que indica constantemente al sacerdote cuando debe darse vuelta y dirigirse al pueblo. Esto también enfatiza el misterio de lo celebrado en el Santo Sacrificio del Altar. Nuevamente, hay que acompañar esto de explicaciones del simbolismo significado en la postura litúrgica para beneficio de los fieles.  

El papa habla mucho de la importancia del silencio en la liturgia. Al hombre de hoy le incomoda el silencio, pero es en silencio donde el mismo Señor nos dice que lo encontraremos. Dar espacios de silencio también enfatiza más momentos importantes de la Misa donde tenemos que asentir de corazón y a viva voz a los misterios.  

Por supuesto, insisto, la implementación de cualquiera de estas ideas debe hacerse con mucha tranquilidad y educando a los fieles en su sentido litúrgico y simbólico. También cuidar de no caer en la rigidez que tanto denuncia el papa Francisco. Estas ideas tienen que ayudar a los fieles, sin caer en un rigorismo vacío o un voluntarismo, buscando mayor unión con el Señor representando de mejor manera el misterio de su liturgia. En última instancia, el sacerdote es el que debe discernir que hacer en cada caso y a los fieles nos toca responder con aceptación y apoyo cualquiera sea su decisión. Es falso creer que podemos lograr algo por nuestros escasos méritos, sino que nos conviene recordar que todo nos viene de la Gracia que nos da el Señor y solo acertamos si respondemos a Él con sumisión al sacerdote que lo representa en la liturgia.  

Quiero cerrar agradeciendo la oportunidad que me ha brindado el curso de leer con detalle esta carta del Santo Padre, y darle un poco más de forma a lo que pienso en torno a la liturgia. Me he enterado de aspectos nuevos que no conocía de los simbolismos de la liturgia (sobre todo el revestimiento de los sacerdotes), oraciones y actitudes a tener en cuenta durante la celebración. Espero participar de otras instancias similares en el futuro.  

Referencias


[1] Francisco, “Carta apostólica Desiderio Desideravi sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios” 62.

[2] Ibid, 44.

[3] Benedicto XVI, “Carta apostólica en forma motu proprio Summorum Pontificum”.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Francisco “Motu Propio Traditiones Custodes sobre el uso de la liturgia romana antes de la reforma de 1970” Art 1.

[7] Scott Hahn sobre la Misa tradicional: https://www.youtube.com/watch?v=WKVMIpH77Hc (vínculo viejo: https://www.youtube.com/watch?v=GUvwllaZyIc).

[8] Comentario al pie: Me toca ayudar durante la Misa con cierta frecuencia, y no he podido dejar de notar que cuando estaba en total vigencia la norma de recibir en la mano casi no había partículas del Santísimo Sacramento en la patena para la Comunión de los fieles, mientras que en tiempos normales donde la mayoría recibe en la boca suele haber partículas. ¿Qué pasó con esas partículas que faltan?

[9] Concilio Vaticano II “Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia”

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