La Santa Misa solía* comenzar con el sacerdote arrodillado al pie del altar y, junto al acólito, recitando el salmo 42 que va así:
S. Introíbo ad altáre Dei.
M. Ad Deum, qui lætíficat iuventútem meam.
S. Iúdica me, Deus, et discérne causam meam de gente non sancta: ab hómine iníquo et dolóso érue me.
M. Quia tu es, Deus, fortitúdo mea: quare me repulísti, et quare tristis incédo, dum afflígit me inimícus?
S. Emítte lucem tuam et veritátem tuam: ipsa me deduxérunt, et adduxérunt in montem sanctum tuum et in tabernácula tua.
M. Et introíbo ad altáre Dei: ad Deum, qui lætíficat iuventútem meam.
S. Confitébor tibi in cíthara, Deus, Deus meus: quare tristis es, ánima mea, et quare contúrbas me?
M. Spera in Deo, quóniam adhuc confitébor illi: salutáre vultus mei, et Deus meus.
S. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
M. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper: et in sǽcula sæculórum. Amen.
S. Introíbo ad altáre Dei.
M. Ad Deum, qui lætíficat iuventútem meam. 3S. Llegaré al altar de Dios,
M. al Dios que es la alegría de mi gozo;
S. Hazme justicia, oh Dios, y aboga en mi causa contra un pueblo impío; líbrame del hombre inicuo y doble.
M. Pues Tú, oh Dios, eres mi fortaleza; ¿por qué me desechaste? ¿por qué he de andar afligido, bajo la opresión del adversario?
S. Envíame tu luz y tu verdad; que ellas me guíen y me conduzcan a tu santo monte, a tus tabernáculos.
M. Así llegaré al altar de Dios, al Dios que es la alegría de mi gozo;
S. y te alabaré al son de la cítara oh Dios, Dios mío. ¿Por qué estás afligida, alma mía, y te conturbas dentro de mí?
M. Espera en Dios, pues aun he de alabar al que es mi salvación, mi Dios.
S. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
M. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
S. Llegaré al altar de Dios,
M. al Dios que es la alegría de mi gozo;
Tomé el texto en latín de www.divinumofficium.com; pero me tomé la libertad de sacar la traducción al castellano de la Biblia de Straubinger, que me gusta mucho por los comentarios.
Este salmo, atribuido a un levita de entre los hijos de Coré, viene a continuación del salmo 41
Como el ciervo ansíalas corrientes de aguas,así mi alma suspira por Ti, oh Dios,porque mi alma tiene sed de Dios,del Dios vivo.¿Cuándo vendréy estaré en la presencia de Dios?Mis lágrimas se han hecho mi pande día y de noche,mientras se me dice continuamente:“¿Dónde está tu Dios?”
Se lamenta el salmista, desde la colina de Misar en la lejana tierra de Jordán, los tiempos en que caminaba junto a Dios que los acompañaba en el tabernáculo y era su campeón, ganando todas las batallas con la fuerza de su brazo. Caminaba entre cantares de júbilo y alabanza hacia la casa de Dios... al bello y verdadero culto, agrego yo.
"Tu, oh Dios, eres mi fortaleza; ¿porque me desechaste? ¿porque he de andar afligido entregado a mis adversarios?"—como también diciendo ¿porque no puedo darte culto?—"porque mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y estaré en la presencia de Dios?"
"Mis lágrimas se han hecho mi pan de día y de noche,"
El Pan es la Eucaristía. Pero se ha cambiado la Eucaristía por lágrimas, una ofrenda de dolor que se hace día y noche. ¡Que tiempos que vivimos!
Parece muy adecuado usar estos dos salmos, uno de ellos que era parte de la misma misa, para lamentar el destierro de la misa tradicional a lugares como el que se muestra en la imagen inicial; "¿Donde está tu Dios?". Para pedir, con el alma, y con las mismas oraciones que ha puesto la Iglesia para nuestra edificación en la misa: ¡que vuelva ya!
Y ahí mismo se nos da la fuente de nuestra esperanza: Spera in Deo, quóniam adhuc confitébor illi: salutáre vultus mei, et Deus meus; "Espera en Dios, pues aún he de alabar al que es mi salvación, mi Dios".
Aún he de alabar... en este valle de lágrimas, el árido y rocoso monte Hermón, o en la liturgia eterna del cielo.
Sanctus! Sanctus! Sanctus!
* En algunas partes aún suele ;)
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