Regnare Christum volumus!
Queremos que reine Cristo, nos repetía San Josemaría. Y, claro, el Opus Dei se funda un 2 de Octubre de 1928 en una sociedad no (tan) secularizada como la nuestra, pero donde la celebración de Cristo Rey había sido recientemente instaurada por el papa Pío XI, un 11 de Diciembre de 1925 en la encíclica Quas Primas, precisamente para contrarrestar las corrientes de laicismo modernista liberalizante que ya se veía venir.
Quas Primas es una encíclica realmente "rezable", uno puede hacer oración con gran fruto leyéndola y contemplando la suavidad de Quien gobierna sobre nosotros con Majestad y Gloria.
La Realeza de Cristo es triple. Reina en las inteligencias de los hombres, ya que Él es la Verdad que es delicia de nuestros intelectos. Reina en las voluntades de los hombres (recordar somos Su imagen y semejanza puesto que tenemos intelecto y voluntad) porque "con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos". Y, finalmente, reina en los corazones de los hombres porque "con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús". Pero, prosigue el papa
...es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino[2]; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas. (énfasis mío)
Este último párrafo lo destaco ya que es importante resaltar que la Fiesta de Cristo Rey, celebrada ayer último domingo de Octubre de 2023 en el calendario litúrgico antiguo, que todavía se observa legítimamente en algunos rincones de la Iglesia, es sobretodo acerca del reinado social de Cristo. Es decir, Cristo es Rey presentemente de nuestras vidas, no sencilla y pasivamente de nuestros corazones enamorados de Él, sino que realmente de nuestra realidad social: de nuestro ordenamiento temporal. Regnare Cristum Volumus! Este reinado real se venía negando cada vez más desde la revolución Francesa, y de esto se lamenta amargamente el papa Pio XI:
Contra el moderno laicismo
23. Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos; y vosotros sabéis, venerables hermanos, que tal impiedad no maduró en un solo día, sino que se incubaba desde mucho antes en las entrañas de la sociedad. Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. Después, poco a poco, la religión cristiana fue igualada con las demás religiones falsas y rebajada indecorosamente al nivel de éstas. Se la sometió luego al poder civil y a la arbitraria permisión de los gobernantes y magistrados. Y se avanzó más: hubo algunos de éstos que imaginaron sustituir la religión de Cristo con cierta religión natural, con ciertos sentimientos puramente humanos. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios.
24. Los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo, los hemos lamentado ya en nuestra encíclica Ubi arcano, y los volvemos hoy a lamentar, al ver el germen de la discordia sembrado por todas partes; encendidos entre los pueblos los odios y rivalidades que tanto retardan, todavía, el restablecimiento de la paz; las codicias desenfrenadas, que con frecuencia se esconden bajo las apariencias del bien público y del amor patrio; y, brotando de todo esto, las discordias civiles, junto con un ciego y desatado egoísmo, sólo atento a sus particulares provechos y comodidades y midiéndolo todo por ellas; destruida de raíz la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; rota la unión y la estabilidad de las familias; y, en fin, sacudida y empujada a la muerte la humana sociedad.
(énfasis mío)
Para recordarnos que Cristo es Rey también de nuestra sociedad, el papa instituye la Fiesta de Cristo Rey, que debe celebrarse el último domingo de Octubre antes de la fiesta de Todos los Santos. Razona así el papa:
Nos pareció también el último domingo de octubre mucho más acomodado para esta festividad que todos los demás, porque en él casi finaliza el año litúrgico; pues así sucederá que los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey, y antes de celebrar la gloria de Todos los Santos, se celebrará y se exaltará la gloria de aquel que triunfa en todos los santos y elegidos.
E instruye a los Obispos
Sea, pues, vuestro deber y vuestro oficio, venerables hermanos, hacer de modo que a la celebración de esta fiesta anual preceda, en días determinados, un curso de predicación al pueblo en todas las parroquias, de manera que, instruidos cuidadosamente los fieles sobre la naturaleza, la significación e importancia de esta festividad, emprendan y ordenen un género de vida que sea verdaderamente digno de los que anhelan servir amorosa y fielmente a su Rey, Jesucristo.
La fiesta de Cristo Rey es, por tanto, recordatorio para nosotros de nuestro deber de conseguir que en el ordenamiento social reine Cristo verdaderamente en la cumbre de todas las actividades humanas.
Es desafortunado que, en 1970, la fiesta haya sido reubicada y renombrada por el Papa San Pablo VI. Aunque se hizo legítimamente, colocándola al final del año litúrgico se pone énfasis en el aspecto escatológico, es decir, que Cristo reinará al final de los tiempos. Sin embargo, esto puede disminuir la atención en su reinado actual, por el cual debemos esforzarnos activamente, y que fue la razón principal para establecer esta fiesta, algo que incluso más relevante hoy en día. Del mismo modo, al cambiar el nombre de 'Solemnidad de Cristo Rey' a 'Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo', se destaca su soberanía sobre toda la creación, lo cual es cierto, pero podría oscurecer la necesidad de trabajar por su reinado en la sociedad. Además, y posiblemente como resultado de estos cambios, se ha vuelto poco común escuchar hablar de nuestro Señor con esta profunda perspectiva sobre su reinado.
Nos incumbe, pues, recordar que permanece intacto el mensaje central y la importancia de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Debemos redoblar los esfuerzos para que su Presencia y enseñanzas, resguardadas desde siempre por el magisterio de la Iglesia, sean más visible y efectivamente encumbradas en la sociedad. Pero, además, hay que recordar que el Rey es Él y finalmente será un acto de su Misericordia la solución final de los problemas que nos aquejan (ver CIC #677). Con toda certeza, esta instauración final del reinado de Cristo la debemos pedir de rodillas a diario que nos la conceda en nuestros corazones primero, para poder unirnos a todos los Santos, y de ahí llegue a instaurarse en la sociedad.
¡Viva Cristo Rey!
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