Saturday, October 21, 2023

Oraciones anti-voluntaristas



 

El voluntarismo es una tentación constante para quien quiere vivir la vocación cristiana hasta sus últimas consecuencias. Consiste en pensar que nuestras fuerzas bastan para avanzar en la vida espiritual. Esto incluye imaginarse que el progreso en la vida espiritual es algo medible por alguien más que Dios.

Hay que desengañarse de que nuestras fuerzas valen de algo sin la asistencia Divina. Claro, es poco probable que la tentación se manifieste de esta manera: "me la puedo solo, sin Dios" como fueron tentados efectivamente Adán y Eva por el demonio. Un cristiano sincero no pensaría así. Es más una actitud de hecho que se nota en sutilezas y es alimentada por el mundo voluntarista en que vivimos donde "tu puedes hacerlo" o "cree en ti mismo" son mantras para lograr la "autorealización". 

La plegaria de la Iglesia siempre ha sido anti-voluntarista. Las oraciones de la liturgia de la Iglesia están compuestas desde la realización de que somos quasimodo geniti infantes, como niños de pecho necesitados de esa sine dolo lac que Dios dispensa sólo a través de Ella. Un niño pequeño, que es como debemos ser según nos enseña Santa Teresita de Lisieux que es Doctora de la Iglesia, es pura necesidad. Necesidad es todo lo que tiene un niño, y el niño sólo puede subsistir si recibe amor incondicional. Así nos debemos saber frente a Dios: suma y absolutamente necesitados de su Misericordia que Él nos entrega con gozo si se la pedimos como pequeños. 

La oración de la Iglesia, como digo, es anti-voluntarista por naturaleza. Tomemos algunos ejemplos de las oraciones colectaṣ—esa que uno se pierde si llega tarde a Misa— que cuando uno lo ve no se puede dejar de notar cada vez. La siguiente es una oración antiquísima que encontramos el jueves después de miércoles de ceniza en la forma ordinaria de la Misa o durante toda la segunda semana de cuaresma en la forma extraordinaria, y también es se uso ritual y devocional:

🇻🇦Actiones nostras, quæsumus, Domine, aspirando præveni et adiuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur.

🇪🇸 Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo nuestro hablar y actuar tenga en ti su inicio y su fin.

Osea, necesitamos a Dios para inspirarnos buenas acciones y también para llevarlas a término porque solos ni lo uno ni lo otro anda. ¡Que maravilla verse así de pequeño y con un Dios tan dispuesto a darnos lo que en humildad le pedimos! La foto de esta entrada al blog muestra esta oración en un procesional para monjas Dominicanas en Poissy del siglo XVI que encontré en internet (aquí). Veamos otra del tiempo ordinario (hoy):

🇻🇦Tua nos, quaésumus, Dómine, grátia semper et praevéniat et sequátur, ac bonis opéribus iúgiter praestet esse inténtos. Per Dominum.

🇪🇸 Te pedimos, Señor, que tu gracia nos preceda y acompañe, y nos sostenga continuamente en las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo. 

O esta preciosa colecta que se encuentra en una Misa votiva de la Bienaventurada Vírgen María que creo que es la que de verdad escuché en la Misa de hoy sábado:

 🇻🇦Deus, misericordiárum Pater, cuius Unigénitus cruci affíxus, beátam Maríam Vírginem, Genetrícem suam, Matrem quoque nostram constítuit, concéde, quaésumus, ut, eius cooperánte caritáte, Ecclésia tua, in dies fecúndior, prolis sanctitáte exsúltet et in grémium suum cunctas áttrahat famílias populorum. Per Dominum.

🇪🇸 Oh, Dios, Padre de misericordia, cuyo Uniénito, clavado en la cruz, proclamó a santa María Virgen, su Madre, como Madre también nuestra, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.  

En verdad no he visto una colecta, u otra oración oficial de la Iglesia, que no sea anti-voluntarista. Es como el sello de autenticidad. Otra cosa son las canciones que acompañan la liturgia que a veces se caen en este respecto y también deberían aspirar a no ser voluntaristas. Ideal que estén basadas en los salmos o las oraciones propias de la Iglesia. Camino seguro es acompañar la Santa Misa con canto gregoriano como recomienda fuertemente el Concilio Vaticano II.

En un mundo que exalta la autosuficiencia, las oraciones de la Iglesia nos recuerdan constantemente nuestra dependencia de Dios, en cuyo abandono se encuentra la clave de la vida espiritual. San Josemaría Escrivá lo tenía claro:

Surco # 44. ¡Es una locura confiar en #Dios...!, dicen. —¿Y no es más locura confiar en sí mismo, o en los demás hombres? 


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